Mi transformación personal

De vivir para la imagen a vivir para mí

Mi nombre es Jesús López, tengo 34 años, soy coach certificado en potencial humano y hace 8 que me dedico a formar personas y empresas a desarrollar su potencial en las distintas áreas de su vida. Pero no siempre pensé dedicarme a esto. Hace 11 años mi vida dio un giro de 180 grados tras una experiencia que partió mi vida en 2.

Mi vida seguía el camino que la sociedad te muestra, sin cuestionar nada: estudiar, emplearse en algo bueno para tener buena jubilación, casarse y tener familia, ustedes saben, lo típico. Me estaba convirtiendo en el Jesús que otros esperaban que fuese, pero no me había preguntado si estaba convirtiéndome en el Jesús que quería ser. Si alguien me veía desde afuera, parecía que tenía la vida perfecta: Me titulé de ingeniero, tenía un coche del año, iba al gimnasio para estar en forma, salía de fiesta, tenía muchas amistades… en resumen, mi vida se veía increíble.

Pero por dentro, no se sentía así.

Tenía muchas inseguridades personales, pero en lugar de enfrentarlas, las disfrazaba con hábitos destructivos. Comía sin control, tomaba alcohol en exceso, me enfiesteaba hasta el amanecer… incluso con frecuencia manejaba borracho solo para parecer el chico "cool" del grupo.

Pensaba que mi problema era el exceso de alcohol, de fiesta, de comida.
Pero un día me di cuenta de algo más profundo:

Mi verdadero problema no era el exceso de nada… sino el exceso de desconexión conmigo mismo, y te lo digo porque era esclavo de mi propia mente.

El Golpe Más Duro

Mi último año de ingeniería fue el punto más bajo de mi vida.

Llegó la noche de ponerle fin a un pésimo hábito: manejar borracho. Me detuvo la policia y me quitaron la licencia por dos años.

Cuando mis padres se enteraron, vi en sus ojos algo peor que el enojo: decepción.
No necesitaban decir nada. Yo mismo estaba decepcionado de mí. Fue un balde de agua fría. Un golpe brutal de realidad.

Decidí terminar la universidad y buscar una salida. Conseguí una Work and Holiday Visa para irme un año a Australia a trabajar. En mi cabeza, era la solución perfecta. Pero la verdad es que solo quería escapar.

Lo que no sabía era que, si no hacía un cambio real, no importaba a dónde me fuera, siempre me iba a llevar a mí mismo.

El Momento Que Partió Mi Vida en Dos

Días antes de subirme al avión, mi hermana me hizo la pregunta que me atravesó como una lanza.

Me preguntó por mi fiesta de despedida y le dije que no recordaba mucho porque tomé demasiado.

Ella me miró fijo y dijo:
"¿Por qué mientras más importante es el evento al que asistes, menos estás presente?"

Me quedé en silencio absoluto.

Y luego agregó:
"Tu problema no es el alcohol. El problema eres tú."

Fue la primera vez que entendí algo fundamental:
Mi problema no era el alcohol, no era la comida, no era cómo me criaron mis padres, no era lo externo. El problema era yo.

No porque fuera una mala persona o estuviera roto, sino porque yo era el único que podía tomar el control de mi mente. Si quería cambiar, el cambio tenía que venir de adentro.

Antes de despedirse, mi hermana selló la conversación con una última frase:

"Ahora te vas de viaje, vas a conocer lugares y personas… pero anda a conocerte a ti."

Ese momento partió mi vida en dos.

El Viaje Que Cambió Mi Vida

En Australia, algo en mí empezó a despertar. Me alejé de las fiestas y del alcohol y, sin darme cuenta, empecé a encontrarme conmigo mismo. Leí mi primer libro de desarrollo personal. Luego otro. Y otro. Cada página me mostraba una verdad incómoda: no podía seguir escapando.

Un año después, con algo de dinero ahorrado, me fui a recorrer el sudeste asiático.
Por pura curiosidad, decidí hacer una parada en la India.

Ahí, en un pequeño templo, me ofrecí como voluntario. Una mañana, en medio de una clase de yoga al amanecer, el instructor nos pidió que hiciéramos un agradecimiento. Cerré los ojos. Mi vida entera pasó por mi cabeza en segundos.

Vi los momentos buenos y los malos.
Vi los errores, las caídas, las decepciones.
Pero por primera vez, en lugar de rechazar mi pasado, lo agradecí.

Fue en ese instante cuando dejé de odiar mi historia y la vi como lo que realmente era: el camino que me había traído hasta aquí.

Fue un momento tan poderoso que decidí profundizar en el yoga. Me inscribí en una universidad de yoga para hacer un instructorado.

Pero no era lo que esperaba.

Yo pensaba que aprendería posturas y meditaciones, pero en su lugar, descubrí el yoga como una ciencia para gestionar la mente.

Aprendí que el yoga no es solo mover el cuerpo.
Es el control de la alimentación, del sueño, de la respiración, del pensamiento, del ego.
Es un estilo de vida basado en la autodisciplina y la autoconciencia.

Y ahí entendí algo que cambió todo:

Nuestra mente nos puede iluminar o nos puede destruir.

La diferencia está en quién tiene el control.

Del Cambio Personal a la Misión de Ayudar a Otros

El Jesús que entró a India era completamente distinto al que salió de ella.

Hasta en los aeropuertos se quedaban mirando un momento la foto del pasaporte y mi rostro.

Este cambio físico, mental y emocional fue tan evidente y positivo para mí que, al regresar a Chile, decidí ayudar a otros a vivir esa transformación.

Pero pronto me di cuenta de algo: No todos resonaban con el yoga.

Y eso me llevó a hacerme una pregunta clave:
¿Qué otras herramientas existen para cambiar la mente y liberar el máximo potencial?

Esa curiosidad me llevó a formarme aún más.

Me certifiqué como coach en potencial humano y me especialicé en diversas técnicas para cambiar creencias limitantes y transformar la mentalidad desde la raíz.

Desde ese momento, y gracias a las redes sociales, he tenido la fortuna de ayudar a miles de personas en más de 18 países, con estudiantes de 20 a 74 años, a transformar sus mentes y encontrar equilibrio en las distintas áreas de sus vidas.

¿Por qué efecinco?

Al regresar y dar conferencias y talleres, me encontraba con muchas personas pidiéndome libros, videos, o formaciones que había recibido.

Querían conocer las herramientas que me habían aportado valor, pero veía que a pesar de haberse leído el libro, de ver los videos o escuchar podcasts, no hacían lo que sabían que tenían que hacer.

Me di cuenta que faltaba un ingrediente clave, aprender a dominar la mente, a cambiar las creencias que los limitan, a desarrollar mas fuerza de voluntad y determinación.

Por eso cree efecinco, una empresa dedicada al desarrollo personal que ofrece un paso a paso, un conjunto de prácticas para facilitar la puesta en acción.

Miles de estudiantes de +18 países distintos han actualizado sus vidas por conocer el puente entre información y acción.

Mi Historia

En 2014, en mi último año de Ingeniería Civil Industrial, un evento marcó un punto de inflexión en mi vida: me retiraron la licencia de conducir por dos años debido a un error que reflejaba un estilo de vida lleno de excesos. En ese momento, sentí que había tocado fondo y tomé una decisión radical: obtener una visa de trabajo en Australia y emprender un viaje que cambiaría mi vida.

Hasta ese entonces, mi rutina estaba marcada por el descontrol: fiestas, alcohol, comida sin medida. Pero en el fondo, todo era un reflejo de algo más profundo—ansiedad, inseguridades y preocupaciones que no sabía cómo gestionar.

Mi Historia

En 2014, en mi último año de Ingeniería Civil Industrial, un evento marcó un punto de inflexión en mi vida: me retiraron la licencia de conducir por dos años debido a un error que reflejaba un estilo de vida lleno de excesos. En ese momento, sentí que había tocado fondo y tomé una decisión radical: obtener una visa de trabajo en Australia y emprender un viaje que cambiaría mi vida.

Hasta ese entonces, mi rutina estaba marcada por el descontrol: fiestas, alcohol, comida sin medida. Pero en el fondo, todo era un reflejo de algo más profundo—ansiedad, inseguridades y preocupaciones que no sabía cómo gestionar.

Mi Historia

En 2014, en mi último año de Ingeniería Civil Industrial, un evento marcó un punto de inflexión en mi vida: me retiraron la licencia de conducir por dos años debido a un error que reflejaba un estilo de vida lleno de excesos. En ese momento, sentí que había tocado fondo y tomé una decisión radical: obtener una visa de trabajo en Australia y emprender un viaje que cambiaría mi vida.

Hasta ese entonces, mi rutina estaba marcada por el descontrol: fiestas, alcohol, comida sin medida. Pero en el fondo, todo era un reflejo de algo más profundo—ansiedad, inseguridades y preocupaciones que no sabía cómo gestionar.

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